Twitter, la red social por excelencia de las palabras, donde
una idea, un concepto, un pensamiento, has de expresarlo utilizando tan sólo
140 caracteres, es hoy en día, quizá, donde podemos recoger mejor el reflejo de
nuestro lenguaje. Y a mí, no lo escondo, me encanta.
Existen tuits sobre política; existen tuits que no le interesan a nadie y que
quizá a veces deberían quedarse en la intimidad; tuits sobre programas de televisión; tuits humorísticos… Y en estos últimos, quizá mi
tipo favorito, me quiero centrar yo hoy. ¿Cuántos chistes le deben toda su gracia a un
simple juego de palabras? Juegos de palabras. Así les llamamos cuando nuestro
análisis se queda en la superficie. Pero este cuatrimestre, en la asignatura Pragmática y Argumentación, estamos aprendiendo a ver qué hay detrás de
todos los usos que le damos al lenguaje. Y eso incluye, claro, la creación de humor.
Como decía, los tuits humorísticos son de mis favoritos, y sigo a muchos tuiteros que básicamente dedican su cuenta a ello. Un día cualquiera, me puedo encontrar tuits como estos:
Efectivamente, la pregunta que inicia este chiste sólo,
literalmente, busca únicamente una respuesta que sea SÍ o NO. Y ahí está la
gracia: la respuesta da más información de la estrictamente necesaria. ¿Ante qué
estamos entones en esta “conversación”? Ante una confusión debido a una implicatura conversacional particularizada de CANTIDAD.
Esta es la cuenta que lleva escandalizando a muchos y
haciendo reir a otros tantos más de dos años. Hacen uso como nadie del recurso lingüístico
quizá más empleado: la ironía. Que nos indica que estamos ante una
implicatura conversacional particularizada de CUALIDAD: estamos diciendo algo que, literalmente, es falso.
En fin, son sólo dos ejemplos, podéis buscar muchos más.
Aunque tampoco os paséis mucho de comentarlo, que ya se sabe que los chistes (chistes, de toda la vida), como los trucos de magia, pierden la gracia al ser explicados.
Hasta pronto,
Belén.
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