Apalabrados

sábado, 23 de febrero de 2013

Más allá de las palabras: decisiones, políticos y mentiras.

El miércoles pasado se lanzó al mercado la edición española de la revista GRAZIA para aflicción de los que llevan años augurando la desaparición del papel y de la prensa impresa. Y muy pronto, estos llamados "gurús del periodismo" tendrán otro disgusto cuando vean en el quiosco la edición española de la revista Forbes, que verá la luz el próximo mes de marzo.

GRAZIA España y GRAZIA Corea del Sur son los nuevos miembros de la familia de esta publicación emblemática en países como Italia. Y ahora, que ya os he contextualizado un poco (por si os quedan dudas, GRAZIA no me ha pagado ni me ha sobornado con un pase VIP a Cibeles para que os hable de ella) os explico por qué, en un blog de pragmática del lenguaje, os hablo de esta revista.

En un intento de hacer periodismo easy-chic, según ellos mismos dicen en su primer número, GRAZIA cuenta con la colaboración de periodistas de cierto renombre e influencia en las redes sociales. Es el caso de Mónica Carrillo, presentadora de noticias de Antena3 que cuenta con casi 120.000 seguidores en Twitter y que muestra su faceta literaria en tweets que incluyen el hashtag #microcuento.


Mónica Carrillo se inicia como colaboradora de GRAZIA con un artículo de opinión en su segundo número.
El artículo en cuestión se titula "¿Y por qué... importa el lenguaje?".


Como no he encontrado el artículo en su web (supongo que esta es una estrategia de venta, pues este tipo de artículos será lo único que nos pueda ofrecer esta revista de forma exclusiva), os cuento qué nos cuenta en él -valga la redundancia- la chica de las noticias de las 9.

El lenguaje importa porque...

1. Porque las palabras nos definen. 
No elegimos las palabras al azar. Cada elección de una palabra dice algo de nosotros. "Porque el     lenguaje es un juego de seducción", dice Mónica. Y es que no es lo mismo "querer" que "desear" o "fracasar" que "haber perdido".

2. Porque nada es casual. 
"Hemos utilizado el lenguaje por encima de nuestras posibilidades", ironiza la autora. Y es que ella denuncia que hemos incorporado palabras cuando ya existen otras para decir lo mismo: los problemas se han convertido en "problemática". (He de decir que automáticamente después de leer esta frase me vino un dèja vu de nuestras clases de primero de Periodismo. Sí, profe de Lengua española, sigues en mi subconsciente).
Y tampoco es casual que los políticos nos vengan con que "el desempleo sigue la pauta de crecimiento que estaba prevista". ¿Eso es bueno o es malo? ¿Me eshtá ushté diciendo que el paro baja o que sube? ¿O me va a acabar soltando un "is very difficult todo esto"?

3. Porque detrás de las palabras están los gestos. 
Quizás nuestros conocimientos de lenguaje no verbal se queden en ese típico consejo "no cruces las piernas ni los brazos en una entrevista de trabajo porque da la impresión de que no estás receptiva", pero lo cierto es que, si no mentimos, el lenguaje verbal y el no verbal caminan de la mano. Si mentimos, es otro cantar. Así que, para evitar el riesgo de que un experto en lenguaje no verbal venga y nos diga -sin usar polígrafo ni otro chisme digno de programas televisivos en los que se intenta contactar con el más allá- que estamos mintiendo porque nuestros pies miran hacia adentro (sí, a mí me lo han dicho jugando al mentiroso con las cartas), más nos vale ser sinceros.

Feliz finde. Eva. 

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